domingo, 23 de septiembre de 2012

La Cosmética de la Alegría


 La belleza como una consecuencia de la felicidad. El bienestar interior y las emociones también son una herramienta para verse mejor. La neurocosmética desarrolla cremas, lociones y fragancias que generan sensaciones placenteras, capaces de lucir su efecto en el aspecto y la salud de nuestra piel.

Es un secreto a voces: cuando te sentís mejor, estás más linda. La novedad es que ahora la ciencia ha puesto en práctica este saber popular que nuestras abuelas ya conocían: “La relación entre la felicidad y la belleza se estableció como una verdad a través de los años, ya que la piel refleja las emociones debido a una cadena de reacciones físicas y químicas que, dirigidas por nuestro cerebro, afectan a este órgano. La química que produce un momento placentero, la seguridad de sentirse bien y la sensación de felicidad van a dar resultados rejuvenecedores en nuestra piel. Este comportamiento ha sido estudiado por investigadores para encontrar una fórmula que, atrapada en un producto cosmético, traslade el secreto de la felicidad a nuestro cuidado diario”, explica la licenciada en Química Paula Schaievitch, de la Asociación Argentina de Químicos Cosméticos y Directora del laboratorio Icono Ciencia y Estética.
Patricia Dermer, licenciada en Química y directora de Lidherma, continúa: “La neurocosmética reúne productos específicos que pueden conectar los sentidos con el sistema nervioso central y desde allí modificar el ánimo. Cuando estos cosméticos se colocan sobre la piel, liberan endorfinas, consideradas hormonas del bienestar, que repercuten en el estado de ánimo y este, a su vez, repercute sobre la apariencia”.
El objeto de estudio de la neurocosmética son los activos que pueden amplificar o inhibir los efectos de un estímulo sobre el sistema nervioso. En este sentido, Dermer explica que el sistema nervioso está íntimamente relacionado con la piel y el olfato: “El bienestar mental da lugar a la liberación de endorfinas y los receptores sensitivos se encargan de transferir al sistema nervioso, a través de neurotransmisores, la información externa, y desde allí reciben a su vez información que cambia el estado de relajación (arrugas), el estado inmunológico (resistencia) y otros tantos que actúan sobre los procesos inflamatorios (manchas), etc”.
Es un ida y vuelta del cerebro a la piel y de la piel al cerebro. Los estímulos agradables producen belleza y, por lo tanto, mediante neurocosméticos de uso tópico se puede modificar su aspecto. En la actualidad se buscan moléculas con actividad neuromoduladora

que sean capaces de inhibir la sensibilidad cutánea, el fotoenvejecimiento, la respuesta cutánea al estrés, el eritema tras la exposición a la radiación UV, la celulitis, la sudoración excesiva, la secreción sebácea del acné y la rosácea. “Las emociones influyen definitivamente en nuestra piel. Desde los rush rojizos tan comunes en la cara, cuello y pecho, frente a situaciones de tensión, vergüenza o enojo, hasta las erupciones de acné o picazón sin causa aparente, entre otras reacciones, son claros ejemplos de ello. Por otra parte, vivir en armonía tratando de estar atenta a las necesidades de cada uno para lograrlo, yoga, meditación, deporte, se manifiestan no sólo en una piel sin problemas sino también en el gesto y en la manera de enfrentar la vida”

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